Esta podría ser
la historia de cualquiera que haya estado a punto de caer alguna vez en su
vida, en alguna situación en la que resistir, mantenerse en pie, y no digamos avanzar,
haya sido todo un reto en sí mismo. Esos momentos que te hacen creer que la
felicidad son solo instantes con ausencia de dolor, y en los que al futuro le
pides que venga, sí, pero sin demasiados mordiscos, ¡que basta ya!. Momentos en
los que sientes cómo tu corazón se va vaciando y ahuecando... Estar en esa
cuerda floja siempre ha acompañado al ser humano.
Ante tanta
desolación en la que estamos inmersos hoy escuchar historias de quien no se ha
rendido ante situaciones difíciles es como hallar un manantial de agua fresca
en medio del desierto. Ayer una Amiga del alma me regaló la imagen de la risa
de Frida Kahlo y Chavela Vargas, una risa como acto de rebeldía y de superación
y que abandera una actitud vital que las hizo invencibles; pero no como los que
siempre ganan, sino como aquellos que no se rinden. Y ahí radica precisamente la
grandeza.
Recibo otro gran regalo
en forma de una Historia redonda, en mayúsculas. La aventura en 1914 de un
explorador, Ernest Shakelton, y 27 hombres más en la desconocida Antártida a
bordo del Endurance. El nombre del
barco, que bautizó el de la expedición, es ya un símbolo en sí mismo. Imaginad las
peores condiciones posibles: un mar de hielo, varios meses varados, ruptura del
barco y acampada en el polo en medio de La Nada. Después de dos años así Shakelton
decide, junto con 5 hombres, embarcar en un bote al descubierto en el mar más embravecido
del Mundo para intentar pedir ayuda. Antes deja una nota en la que, por si él no
sobrevive, pide la salvación de su tripulación y que transmitan a sus hombres
su Amor hacia ellos, "He hecho todo
lo que he podido" al lado de la firma cierran la carta. 16 días de travesía y arriban en la Isla
Elefante, pero en el lado equivocado. Escalan icebergs y montañas, recorren
caminos con las fuerzas bajo mínimos y por fin consiguen llegar y pedir
socorro. Toda la tripulación del Endurance se salvó. Y todos coinciden: fue su Jefe,
como le llamaban, y la fe ciega de todos en él lo que les mantuvo con vida. Las
altas dosis de liderazgo, energía, entusiasmo, ambición e incluso diversión en
todo lo que este explorador hacía les hizo invencibles, porque no se rindió y
porque consiguió que sus hombres tampoco lo hicieran. Los libros califican esta
Historia como un “fracaso”. Yo no estoy de acuerdo, porque fue una gran
victoria de lo que un ser humano es capaz de hacer por sí y por los demás al no
rendirse. Nunca podemos controlar lo que nos pasa, ni lo que con mayor o menor
fortuna nos depara el futuro, en nuestra mano tan sólo está nuestra actitud, cómo
reaccionar ante lo que nos sucede.
Hoy en mi ciudad otra
persona ha demostrado que no va a rendirse, por muy fieros que sean sus
maremotos. A pesar de haber perdido a su marido, de 48 años, ha donado el
cuerpo a la ciencia porque quizá sirva para dar algo de luz sobre este virus. Ella
tiene ahora una tarea titánica: pasar su duelo y sobreponerse al desgarro. Su
hija de 6 años necesita que sea La Jefa, la necesita más que nunca, rendirse no
es una opción…
Resistencia,
superación, generosidad, humanidad y Amor, de este material están hechos todos
los corazones que, aunque alguna vez estuvieron huecos, rotos o desgarrados,
conservan en ellos a cuantos estuvieron con nosotros, a todos los que nos
ayudaron a resistir, a seguir y a reír, en ellos están todos los que amamos… Y con
esos recuerdos se seguirán tejiendo esos hilos invisibles que te unirán para
siempre a ellos, aunque ya no estén.
* La escultura es obra del Artista Krum Stanoev y forma parte de su serie "Desde el corazón".