Hace tiempo me
hice mayor, o pequeña, y decidí convertirme en quien siempre quise ser: una Tía
LoK -léase “tíaloca”-. Desde entonces así me llaman mis sobrinos; procuraré no
defraudarles y abrazaré la bendita locura siempre que pueda, que también se
educa desaprendiendo... Las camisetas que me visten así lo atestiguan. “No os preocupéis, yo sé cuidarme SOLITA”
de la forzuda Pipi Calzaslargas -que tu caballo se llame “Pequeño Tío” y vista lunares
lo dice todo-. Los monos como compañeros de vida, también de Frida. Mi alter
ego Mafalda, peleona incansable frente a las injusticias del mundo. Darle una
vuelta de tuerca a la familia Telerín: ellos me mandaron a la cama en mi
infancia, pero ahora mando yo, a la cama, o no. Autoproclamarme Reina entre banderas republicanas. Pequeños
detalles que conforman una manera de vivir, una forma de ser, ¡pon un buen
Mazinger Z en tu camiseta y que se quite toda la alta costura del mundo!.
En una sociedad
donde lo que te hace diferente te estigmatiza, en lugar de empoderarte como
alguien especial y valioso, es más necesario que nunca reivindicar lo que nos
define, lo que nos apasiona, lo que nos hace ser quienes somos. Los crisoles de
culturas han demostrado ser la vía mejor de enriquecimiento en la cultura de
cualquier pueblo, la pureza precisamente está en la mezcla, y en lugares donde
no ha habido esa fusión se han extendido numerosas enfermedades, las fobias al
diferente, la principal de ellas. Los pensamientos y formas de vida endogámicas
enferman a sus portadores, empobrecen su existencia y no permiten que la
especie evolucione hacia su mejor versión, sino que se quedan anclados en un
estatismo asfixiante.
Reconocer,
valorar y disfrutar la riqueza en la variedad de lo que te rodea, desde las
miles de especies animales, vegetales, culturales y, cómo no, humanas, es el
motor que pondrá en marcha tu expansión en el mundo, abrirte al mestizaje para que
se agranden tus fronteras. “Ama y
ensancha el alma”, como cantaba Robe. No entiendo otro camino posible para
seguir haciéndome mayor, o pequeña…
Y si no
encuentras un lugar que te brinde esa libertad, puedes huir al grito de: “Me voy
de aquí, todos están locos. ¡¡¡ARRE UNICORNIO!!!”.